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En tanto, el surrealista alcanza la certeza de que es posible acceder a lo incondicionado y a la verdadera libertad. La angustia que demonstratedía de descubrirse devorado por el tiempo y proyectado a una muerte segura, se transforma en la convicción de que este mundo perecedero e ilusorio es sólo un aspecto de la totalidad. Sobreviene entonces una segunda toma de conciencia.

Pero ese conocimiento no puede provenir de la ac­tividad cognoscitiva común. Se impone una elevación del alma que reduzca las apariencias múltiples, y eliminando los opuestos conduzca al nivel de coincidentia oppositorum. La conciencia debe modificarse,­ transformarse, situándose más allá de la dualidad en el eje mismo del Ser: en consecuencia no puede comportar grados ni transiciones. Como quería Nicolás de Cusa, quien busque lo infinito debe desligarse de la multiplicidad fenomenal y realizar una comprehensio incomprehensibilis, una inmersión en la misteriosa profundidad de la conciencia del cosmos, para “volverse uno” y tornarse semejante a Dios.

5 En ese sentido, la Weltanschauung romántica descubrió su afinidad con la doctrina de los Vedas. Por instinto, más que por conocimiento, los pensadores alemanes del romanticismo como Lessing, los hermanos Schlegel, Schleiermacher, Novalis y hasta el mismo Goethe se sintieron arrebatados hacia esa tierra best poblada de arcanos y virgen de investigaciones. Aun desconociendo muchos aspectos del Oriente que los apasionaba, las correspondencias espirituales entre la revolución romántica y el pensamiento de la India fueron singularmente notables.

La Gran Obra es la conquista del punto central donde reside la fuerza equilibrada. Los hombres que llegan a ese punto central son los verdaderos adeptos, son los amigos y los confidentes de los príncipes del cielo; la naturaleza les obedece porque quieren lo que quiere la ley que hace marchar a la naturaleza.

La antigua plan de que el hombre refleja y contiene el universo, de que es un ser compuesto que participa en todos los niveles de la procesión divina, que reviviera Plotino y que Boheme tomara de los cabalistas, cobró essential importancia en la filosofía romántica. La concepción orgánica de la naturaleza extendió esta doctrina a todos los objetos que componen el mundo, y al insistir en la diversidad infinita y en la unidad esencial del universo, postuló la gran ley de las correspondencias,­ según la cual, el microcosmos y el macrocosmos se relacionan y se enlazan por analogías de orden­ cualitativo sólo aprehensibles por la intuición, capaces de conciliar lo múltiple y lo Uno.

Existe sin duda una prehistoria que posee un conteni­do distinto y difiere esencial e interiormente del for everyíodo histórico. El relato mitológico –como reconoce Eric Fromm– no es simplemente un producto de la imaginación desbordada de seres “primitivos”, sino un recipiente de apreciados recuerdos del pasado. “Los mitos­ –expre-sa Malinowski en Myth in Primitive Psychology– no se perpetúan por interés vano o como mero relato de ficción, sino que constituyen la afirmación de una realidad primera, más grande e importante”.

Estos interrogantes nos acercan a otro aspecto de la vida mística del autor de Les Chimères. El hombre que crea, que sueña o que alcanza estados de conciencia más sutiles, intuye que la mente, trascendiendo el razonamiento y los sentidos ordinarios, puede enfrentarse a una realidad de índole desconocida. Esa experiencia crucial se logra merced a progresiones intrapsíquicas que superando diversos niveles acceden más allá de las apariencias y de las formas, a un plano en que se extinguen el espacio y el tiempo. En el hombre vive inmanentemente la posibilidad de realizar esa aprehensión de lo absoluto, que brota ante las grandes conmociones del espíritu, en la exaltación creadora o en la plenitud del amor.

El animismo tyloriano, basado en las especulaciones del hombre sobre la muerte y las formas humanas que pueblan las alucinaciones y las representaciones oní­ricas, postula con fuerza de axioma la identidad de la lógica en todos los tiempos y lugares. Lévy-Bruhl, en cambio, señala que las representaciones colectivas serían representaciones cognoscitivas que el individuo adquiere como representante del grupo social, en condiciones especiales que actúan profundamente sobre su sensibilidad.

En virtud de su naturaleza el poeta romántico opera naturalmente un retorno al origen fabuloso. Abre una “puerta en el muro” hacia la patria perdida que Swedenborg denomina Jerusalem Celeste y que no es otra cosa que una nueva traducción de la noción de “Jardín de los Dioses” o “Paraíso Perdido”.

La universalidad de la experiencia mística fue la piedra de toque de esa similitud que atestigua la realidad del espíritu humano. Desde el sentimiento de lo Uno de que hablan los Upanishad al inescrutable Tao en Lao-Tsé y en Chuang-Tsé; desde los éxtasis de Filón y del sufismo hasta la suprema unión de Plotino, el click for more info mayor intento cognoscitivo del hombre se realiza en aquellos que, desprendiéndose del “yo” creado por la acumulación de sensaciones adulteradas, experimentan los estados místicos de la conciencia. Partiendo de lo Uno, el misticismo especulativo racionalizó lo infinito en la visión del mundo que postula un universo viviente donde todo se corresponde por sutiles y misteriosos lazos.

Cuanto más se eleva y se ensancha el pensamiento humano, menos comprensibles­ aparecen la nada y la muerte. Todo lo que muere cae en la vida; y todo lo que nace tiene la misma edad de lo que muere.

sevenº Por este motivo entre estas cuatro esferas del humanismo common existen connaturales paralelismos y analogías.

La gran ascesis surrealista comienza con una toma de conciencia de lo absurdo del mundo, de la gratuidad de la existencia. La vida se les presenta como una inconsistente sucesión de momentos carentes de sentido. Hay una ansiedad frente a la muerte y a la nada. Ese vértigo mórbido, esa náusea en el sentido sartreano es solamente un punto de partida.

       Habito con los elementos interiores de las cosas, subo a lo largo de los rayos de las estrellas y de la corriente de los ríos hasta el seno de los misterios de su generación.

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